Día 16: Directo a recorrer el Valle Sagrado Inca | Moteros 5/3

miércoles, 2 de enero de 2013

Día 16: Directo a recorrer el Valle Sagrado Inca


22/Diciembre/2012
Madrugamos para tomar el primer tren de regreso a Ollantaytambo, nuestro plan era recorrer ese día algunas de las ruinas ubicadas en el llamado “valle sagrado de los incas”. Durante el viaje en el tren le ofrecen a uno un pequeño refrigerio consistente en un café o mate, una bolsita con tajaditas o maní y algún dulce (eso lo hacen para justificar los 84 dólares), hasta ahí normal, en el viaje de ida nos atendió una azafata muy diligente nos preguntó si preferíamos mate o café y a los dos minutos había servido a todo el vagón lo que le habían pedido. Lo que no ocurrió con el auxiliar de este día, quien después de preguntar y escribir lo que cada uno quería volvió a los cinco minutos con un café y volvió a preguntar qué quería el resto, tras esto, llegó a los cinco minutos con algo que nadie le había pedido y entonces vuelve a preguntar, hasta ahí estaba hasta divertida la cuestión pero volvió otra vez con algo totalmente distinto, hasta que finalmente después de preguntar como seis veces trajo lo que se le dió la gana y terminamos tomando mate de manzanilla en lugar del mate de coca que queríamos; pero en fin, después de ver la incompetencia del señor ¿Que más se podía hacer? aceptar lo que nos había dado y ya –capaz y llegábamos a Ollantaytambo y continuaba trayéndonos manzanilla en lugar del mate de coca-.

Al llegar a Ollantaytambo nos empacamos como pudimos los cuatro en un moto taxi y rumbo a la “fortaleza” que queda ahí mismo en el pueblo.

Al llegar a la entrada nos tocó comprar un boleto de las dos opciones que ofrecen. Una que incluye cuatro sitios que uno escoja y cuesta 70 soles u otra que incluye dieciséis sitios y cuesta 130 soles lo malo es que no todos los sitios valen la pena, pero si hay más de cuatro que paga visitar así que compramos la boleta de dieciséis lugares y a tarifa plena pues acá no le hacen a uno descuento por ser de la comunidad andina y el carnet internacional de estudiante solo es válido para menores de veinticinco años.

La mal llamada fortaleza es una impresionante construcción que incluye terrazas de cultivo, templos,  depósitos de suministros y el parte del antiguo diseño de casas, calles y canales de agua, que hace parte del poblado actual, es muy interesante ya que allí se pueden apreciar varios tipos de trabajo de la piedra y además algo del estilo de construcción de Tiahuanaco que -de acuerdo con nuestra guía Berta- era superior al de los incas y cuando estos los conquistaron adoptaron sus formas de trabajar la piedra y las pusieron en práctica en el templo del sol de este lugar. Además como no se trata de una obra acabada -presuntamente por la llegada de los españoles-, en este sitio quedaron muchas evidencias de cómo los antiguos constructores realizaban el trabajo.

El recorrido duró aproximadamente una hora en compañía de la guía que pagamos -en esta no pudimos hacer lo mismo que en Machu Picchu pues no había nadie todavía- y luego otra media hora que hicimos nosotros solos. Aquí Ana empezó a ver las consecuencias de la subida a la montaña del día anterior, pues casi no podía subir y mucho menos bajar las escaleras de la ciudadela, que eran bastantes.

Luego de esto nos fuimos a recoger las motos y rumbo a Cuzco con escala en Moray, otro vestigio de la civilización Inca que de acuerdo con los estudios realizados era un centro de investigación agrícola muy avanzado para la época, que servía para la adaptación y mejora de semillas en diferentes pisos térmicos, aunque cuando uno lo ve por primera vez parece más bien un sitio de reunión para ocasiones especiales, pues por su forma circular y escalones pareciera más un estadio -jaja-.


La moto continuaba con el ruidito raro y  yo no sabía qué hacer por lo que opté por lubricarle la cadena y subirle la suspensión trasera y adivinen que… ¡¡¡funcionó!!! Mientras yo andaba en estos arreglos Lucho se consiguió dos admiradoras muy encantadoras quienes le arrancaron una sonrisa y  le robaron el corazón lo cual obviamente quedó registrado en una fotografía -jeje-.

Ya en Cuzco encontramos un hostal bastante cerca de la plaza de armas a muy buen precio se llama La Posada del Viajero y está bastante bien -no es de los mejores que nos han tocado pero aguanta- y ya instalados a buscar comidita y lavandería pues ya estábamos reciclando ropa de acuerdo a una prueba de olorímetro -la que mejor oliera se podía usar una vez más, jaja-. Con la pancita llena y con la promesa de ropa limpia al siguiente día, solo restaba un pisco sour y a dormir.

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