24/Diciembre/2012
Salimos de mañana rumbo a
Copacabana que es un Pueblo Boliviano
ubicado a orillas del lago Titicaca a 3850 metros sobre el nivel del mar,
nuestra idea era recibir al niño dios en Bolivia, pero cuando llegamos a Puno –última
ciudad peruana cercana a la frontera con Bolivia- era muy tarde para pasar la
frontera -que sólo está abierta de 7 a 7- por lo cual nos tocó pasar la Navidad
en Puno.
Ahora bien, como despedida del “Valle
Sagrado”, visitamos uno de los sitios que ofrecía el boleto que compramos en
Cuzco, las ruinas de Pikillaqta (que significa ciudad de pulgas) ¡Impresionante!
De acuerdo con el folleto informativo es una antigua ciudad de la cultura Wari -preinca-.
Tiene unas calles anchas con muros a los lados que se asemejan a la muralla China,
construcciones con muros hechos en mortero de barro hasta de 8 metros de altura
y algunos pisos en yeso que después de 1700 años aún se conservan. El recorrido
lo tuvimos que hacer solos pues no nos ofrecieron guía, no sé si por ser el día
de navidad o por encontrarse retirado de un asentamiento urbano.
Después de esta visita el camino
fue cuesta arriba, por suerte estaba despejado y pudimos ver unos hermosísimos
picos nevados que nos recordaron el logo de Alpina.
Luego de parar a almorzar, el
horizonte oscuro y el inicio de la lluvia nos preocupó un poco pues sabíamos
que íbamos a estar cerca de los 4.000msnm y esto podía marcar una gran diferencia
térmica durante el recorrido; afortunadamente duró poco y el cielo se despejó
por completo. Ya en la pampa peruana aparecieron en la ruta unas rectas
impresionantes donde se podía ir un poco más rápido pero siempre con la
atención puesta en el camino pues de repente aparecían rebaños de alpacas o de
ovejas guiados generalmente por niñas o niños, quienes nos saludaban tan
sonrientes y emocionados que nos hicieron saltar el corazón de alegría.
Puno también está a orillas del
lago Titicaca y la altura es la misma de Copacabana. Cuando llegamos empezamos
a buscar hotel, pero el tráfico es desastroso, casi la mitad de las calles del
centro estaban cerradas para un mercado temporal con motivo de la navidad y
estaba imperando la ley del más fuerte, todo el mundo se mandaba como podía
para llegar a su destino, y como dice el conocido refrán “a donde fueres haz lo
que vieres” pues tocó atravesarnos, mandarnos en contravía, pitar, madrear y
demás cosas que una persona decente no hace -jeje-.
Ya instalados en el hotel,
salimos a buscar un restaurante o sitio de rumba donde pasar la navidad,
encontramos donde comer pero cerraron a las 10:30, entonces nos fuimos al único
bar que no cerró temprano, Kamizaraki (bienvenidos en la lengua de las personas
de los Uros), un bar de Rock que era atendido por un extrovertido peruano, que
anunciaba pitos y voladores a las doce de la noche y creo que hasta un taco de
dinamita. El bar era un lugar muy al estilo de estos bares -jaja-: la mayoría
de los asistentes eran extranjeros como nosotros que no querían pasar navidad
solos y las paredes estaban decoradas con mensajes de espontáneos o de viajeros
que dejaban su recuerdo, obviamente en la pared quedo gravado un letrero de
moteros 5/3.