Moteros 5/3: Titicaca
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viernes, 11 de enero de 2013

Día 21: Directo a Arequipa

27/Diciembre/2012

La idea original era ir a Tiahuanaco -lugar arqueológico de la cultura Tiahuanaco- pero ya en Copacabana nos dijeron que teníamos que ir primero a la Paz para poder llegar allá, también existía la posibilidad de ir a las islas del sol y la luna pero el tour implicaba quedarnos todo el día y Lucho ya estaba de muerte, como no había podido dormir tenía cara de puro extra de thriller, por lo que teníamos que bajar si o si.

Para completar, a Ana le celebraron el día de los inocentes por anticipado: le robaron la billetera con todos sus papeles y algo de dinero. Resumiendo Bolivia no nos trato muy bien que digamos, por lo que decidimos sólo esperar para la bendición de las motos que era a las diez de la mañana y regresar.
 
La bendición fue muy curiosa pues toda las personas decoran sus carros con un montón de guirnaldas, flores y tiras de papel, además les echan trago por encima después de la bendición -eso debe ser para que no les pase nada cuando manejan borrachos, jiji-; nosotros al estar entretenidos hablando con un grupo de personas sobre el viaje no tuvimos tiempo de decorar las motos, pero igual éstas y nosotros recibimos la bendición de la Virgen de la Candelaria patrona de Bolivia.

Mientras tanto Ana estaba presentando la denuncia por la pérdida de sus papeles en una estación que parecía atendida por Cantinflas más que por policías de verdad, pues le tocó dar como tres veces la versión de los hechos puntualizando en cosas cómo que había comido ese día.

Partimos de Bolivia con las ganas de llegar a Arequipa, haber si bajando la altura mejoraba la salud de Lucho, lo que nunca imaginamos es que el camino no bajaba sino que subiría aún más.  La salida fue un caos pues tenían cerradas las vías de acceso al pueblo con árboles y piedras debido a las manifestaciones contra el alcalde, pero por lo angosto de las motos pudimos hacernos espacio, o de lo contrario quien sabe cuántos días hubiéramos estado atrapados allí.


Ya en la frontera, otra vez a lidiar con el funcionario perezoso y con la policía boliviana que intentó meternos a la estación para sacarnos plata, menos mal ya nos habían advertido de esto y apenas tuvimos el sello de salida pasamos la frontera y listo. El camino de regreso a puno lo hicimos a menos de 90 km/h por aquello de no dar papaya.  

Cuando cogimos camino hacia Arequipa nos dimos cuenta que eran como 150 km a mas de 4500msnm de altura; menos mal el día estuvo despejado y los paisajes como de postal, pero el frio sí que me lo envuelvan ¡casi nos tullimos! A mí me toco parar en un tramo pues tenía dormidas las manos y ya no podía casi maniobrar la moto, otra vez por fortuna a los pocos kilómetros apareció una tiendita con té de coca para recuperarnos un poco.

 Llegamos a Arequipa como a las ocho de la noche congelados, con ganas de algo caliente y a dormir.

miércoles, 9 de enero de 2013

Día 20: Directo a Copacabana - Bolivia


26/Diciembre/2012
Ya plenamente recuperados del guayabo -aunque no del mal de altura- partimos para Bolivia, un poco prevenidos pues nos habían dicho que los bolivianos no eran muy amables y que la policía era algo corrupta -menos mal eso no pasa sino en Bolivia-.

El trayecto fue casi plano pues estábamos bordeando todo el lago y habían unas pampas larguísimas que incitaban a meterle la patica, fue ahí donde apareció la valerosa policía peruana -ya casi saliendo pero bueno ni modos- por exceder los límites de velocidad.


Menos mal los amables policías después de insistirles mucho nos hicieron el “favor” de dejarnos seguir, pero ellos no se contentaron con cincuenta mil razones como los colombianos sino que tocó darles trescientas mil razones y recibir la advertencia de que si los denunciábamos nos buscarían hasta la frontera y nos llevarían presos. Eso sí también nos advirtieron que tuviéramos mucho cuidado con la policía Boliviana porque allá si eran corruptos.


Finalmente llegamos a la frontera peruano boliviana por el lado de Copacabana, que es la menos transitada ya que existe otra frontera -Desaguadero- por la que pasa la mayoría de las personas, suponemos que por esto es que algunos funcionarios son un poco relajados y sin afanes, además que no les gusta trabajar demasiado; en resumidas cuentas haciendo la salida de la moto del lado peruano y sin tener más personas en fila duramos como una hora, caso contrario en Bolivia que fueron como cinco minutos.

Y 10 minutos después… ¡llegamos a Copacabana – Bolivia! que también es una playa pero nada que ver con Brasil, acá los únicos bikinis que se ven están en las revistas -jaja-.

Copacabana es una especie de pueblito hippie muy agradable y con una vista inigualable del lago, pero de acuerdo con las recomendaciones efectivamente algunos Bolivianos no son muy amables, por ejemplo no se puede regatear como en todo lado porque les da como mal genio.

Nos instalamos en un hotel muy bonito al lado de la playa del lago, Lucho llego directo a dormir pues estaba cada vez peor -la verdad ya nos preocupaba bastante-, nosotros salimos a dar una vuelta por el poblado, ya que queríamos conocer un poco y hacer bendecir las motos al otro día, pues Copacabana es como el Bojacá de Colombia así que visitamos la iglesia que parece más bien una mezquita y adicionalmente tiene una parte bastante lúgubre denominada capilla de la velas.

Luego, cuando fuimos a comprar algunas cosas empezamos a ver que todo el mundo empezó a cerrar los negocios y corrían preocupados diciendo que ya venía la marcha; las calles quedaron desiertas con nosotros en la mitad sin saber lo que pasaba, por lo que mejor decidimos devolvernos al hotel y de camino nos enteramos que la razón del cierre era que la comunidad estaba revocando el mandato al alcalde y los concejales, por lo que todos los propietarios de negocios debían asistir a la marcha pacífica, pues si no asistían les apedrearían sus casas.

Como quien no quiere la cosa nos tocó irnos muy juiciosos para el hotel y a dormir tempranito.

martes, 8 de enero de 2013

Día 19: Directo a conocer las islas de los Uros


25/Diciembre/2012
La trasnochada y los tequilas no nos permitieron levantarnos antes del medio día. A Lucho la altura le estaba dando duro pues desde que llegamos a Puno tenía dolor de cabeza y malestar general -no valió tomar mate de coca-. En fin, como desde el día anterior le habíamos manifestado al señor del hotel nuestra intención de ir a los Uros -que son unas islas flotantes en las que vive gente-, cuando bajamos a almorzar el señor nos dijo que ya había reservado el tour y que nos recogerían en el hotel a las tres de la tarde.

Luego de desayuno-almorzar en el único restaurante que abrió el 25 de diciembre -en el que por cierto nos toco esperar más de una hora pues estaba lleno- nos recogió en el hotel una “Van” para llevarnos al puerto; allí tomamos una lancha que tenía como guía a un Aymara (habitante de los uros).

Cuando llegamos a las islas nos recibieron los nativos muy amablemente, nos explicaron por que viven allí y como lo hacen. Según dicen, sus antepasados Aymara fueron invadidos por los incas y no les quedo más remedio que huir hacia el lago en embarcaciones de totora para poder sobrevivir; al principio habitaban en estos barcos y posteriormente construyeron las primeras islas artificiales; vivían de la pesca y comían la raíz de la totora, y aun lo siguen haciendo, solo que además también reciben ingresos del turismo y la venta de artesanías. Son un pueblo indígena pre-inca que aún conserva su lengua y gran parte de sus tradiciones.

Posteriormente, nos dividieron por grupos y cada grupo se fue con una familia para su casa, a nosotros nos recibió una viuda y su hija que fueron muy amables con nosotros, contestaron nuestras preguntas, se tomaron fotos y nos mostraron algunas artesanías. La verdad estas personas lo dejan a uno sin palabras pues viven de una manera muy sencilla, pero sus ojos y su forma de ser reflejan una paz interior que uno se pone a pensar si en realidad es necesario tener tantas cosas para ser feliz. La experiencia realmente vale la pena, es muy interesante ir, lamentablemente nos enteramos tarde que uno se podía hospedar allí por un precio barato por eso no lo hicimos -creíamos que el costo era bastante elevado, pero no- y nos hizo falta un poco más de tiempo para aclarar tantas dudas que nos surgieron sobre su forma de vida.

Después de esto llegamos al puerto con un frío ni el berraco, que le causó mucha gracia a una familia de finlandeses que iban con nosotros, pues ellos están acostumbrados a temperaturas de hasta 35° bajo cero y allí a lo sumo estaríamos a menos 2°.

Finalmente, a comer y luego al hotel. Lucho continuaba mal y ya estábamos preocupados pues no podía dormir y tenia escalofríos constantes además de que iba adquiriendo un color blanco-papel y esa noche no sería la excepción.   

Día 18: Directo al lago más alto del mundo: Titicaca


24/Diciembre/2012
Salimos de mañana rumbo a Copacabana  que es un Pueblo Boliviano ubicado a orillas del lago Titicaca a 3850 metros sobre el nivel del mar, nuestra idea era recibir al niño dios en Bolivia, pero cuando llegamos a Puno –última ciudad peruana cercana a la frontera con Bolivia- era muy tarde para pasar la frontera -que sólo está abierta de 7 a 7- por lo cual nos tocó pasar la Navidad en Puno.

Ahora bien, como despedida del “Valle Sagrado”, visitamos uno de los sitios que ofrecía el boleto que compramos en Cuzco, las ruinas de Pikillaqta (que significa ciudad de pulgas) ¡Impresionante! De acuerdo con el folleto informativo es una antigua ciudad de la cultura Wari -preinca-. Tiene unas calles anchas con muros a los lados que se asemejan a la muralla China, construcciones con muros hechos en mortero de barro hasta de 8 metros de altura y algunos pisos en yeso que después de 1700 años aún se conservan. El recorrido lo tuvimos que hacer solos pues no nos ofrecieron guía, no sé si por ser el día de navidad o por encontrarse retirado de un asentamiento urbano.

Después de esta visita el camino fue cuesta arriba, por suerte estaba despejado y pudimos ver unos hermosísimos picos nevados que nos recordaron el logo de Alpina.

Luego de parar a almorzar, el horizonte oscuro y el inicio de la lluvia nos preocupó un poco pues sabíamos que íbamos a estar cerca de los 4.000msnm y esto podía marcar una gran diferencia térmica durante el recorrido; afortunadamente duró poco y el cielo se despejó por completo. Ya en la pampa peruana aparecieron en la ruta unas rectas impresionantes donde se podía ir un poco más rápido pero siempre con la atención puesta en el camino pues de repente aparecían rebaños de alpacas o de ovejas guiados generalmente por niñas o niños, quienes nos saludaban tan sonrientes y emocionados que nos hicieron saltar el corazón de alegría.
 
Puno también está a orillas del lago Titicaca y la altura es la misma de Copacabana. Cuando llegamos empezamos a buscar hotel, pero el tráfico es desastroso, casi la mitad de las calles del centro estaban cerradas para un mercado temporal con motivo de la navidad y estaba imperando la ley del más fuerte, todo el mundo se mandaba como podía para llegar a su destino, y como dice el conocido refrán “a donde fueres haz lo que vieres” pues tocó atravesarnos, mandarnos en contravía, pitar, madrear y demás cosas que una persona decente no hace -jeje-.

Ya instalados en el hotel, salimos a buscar un restaurante o sitio de rumba donde pasar la navidad, encontramos donde comer pero cerraron a las 10:30, entonces nos fuimos al único bar que no cerró temprano, Kamizaraki (bienvenidos en la lengua de las personas de los Uros), un bar de Rock que era atendido por un extrovertido peruano, que anunciaba pitos y voladores a las doce de la noche y creo que hasta un taco de dinamita. El bar era un lugar muy al estilo de estos bares -jaja-: la mayoría de los asistentes eran extranjeros como nosotros que no querían pasar navidad solos y las paredes estaban decoradas con mensajes de espontáneos o de viajeros que dejaban su recuerdo, obviamente en la pared quedo gravado un letrero de moteros 5/3.

A las doce de la noche el brindis de rigor con tequila y cerveza, los regalitos correspondientes (eh!) y a dormir. 

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