Moteros 5/3: Puno
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martes, 8 de enero de 2013

Día 19: Directo a conocer las islas de los Uros


25/Diciembre/2012
La trasnochada y los tequilas no nos permitieron levantarnos antes del medio día. A Lucho la altura le estaba dando duro pues desde que llegamos a Puno tenía dolor de cabeza y malestar general -no valió tomar mate de coca-. En fin, como desde el día anterior le habíamos manifestado al señor del hotel nuestra intención de ir a los Uros -que son unas islas flotantes en las que vive gente-, cuando bajamos a almorzar el señor nos dijo que ya había reservado el tour y que nos recogerían en el hotel a las tres de la tarde.

Luego de desayuno-almorzar en el único restaurante que abrió el 25 de diciembre -en el que por cierto nos toco esperar más de una hora pues estaba lleno- nos recogió en el hotel una “Van” para llevarnos al puerto; allí tomamos una lancha que tenía como guía a un Aymara (habitante de los uros).

Cuando llegamos a las islas nos recibieron los nativos muy amablemente, nos explicaron por que viven allí y como lo hacen. Según dicen, sus antepasados Aymara fueron invadidos por los incas y no les quedo más remedio que huir hacia el lago en embarcaciones de totora para poder sobrevivir; al principio habitaban en estos barcos y posteriormente construyeron las primeras islas artificiales; vivían de la pesca y comían la raíz de la totora, y aun lo siguen haciendo, solo que además también reciben ingresos del turismo y la venta de artesanías. Son un pueblo indígena pre-inca que aún conserva su lengua y gran parte de sus tradiciones.

Posteriormente, nos dividieron por grupos y cada grupo se fue con una familia para su casa, a nosotros nos recibió una viuda y su hija que fueron muy amables con nosotros, contestaron nuestras preguntas, se tomaron fotos y nos mostraron algunas artesanías. La verdad estas personas lo dejan a uno sin palabras pues viven de una manera muy sencilla, pero sus ojos y su forma de ser reflejan una paz interior que uno se pone a pensar si en realidad es necesario tener tantas cosas para ser feliz. La experiencia realmente vale la pena, es muy interesante ir, lamentablemente nos enteramos tarde que uno se podía hospedar allí por un precio barato por eso no lo hicimos -creíamos que el costo era bastante elevado, pero no- y nos hizo falta un poco más de tiempo para aclarar tantas dudas que nos surgieron sobre su forma de vida.

Después de esto llegamos al puerto con un frío ni el berraco, que le causó mucha gracia a una familia de finlandeses que iban con nosotros, pues ellos están acostumbrados a temperaturas de hasta 35° bajo cero y allí a lo sumo estaríamos a menos 2°.

Finalmente, a comer y luego al hotel. Lucho continuaba mal y ya estábamos preocupados pues no podía dormir y tenia escalofríos constantes además de que iba adquiriendo un color blanco-papel y esa noche no sería la excepción.   

Día 18: Directo al lago más alto del mundo: Titicaca


24/Diciembre/2012
Salimos de mañana rumbo a Copacabana  que es un Pueblo Boliviano ubicado a orillas del lago Titicaca a 3850 metros sobre el nivel del mar, nuestra idea era recibir al niño dios en Bolivia, pero cuando llegamos a Puno –última ciudad peruana cercana a la frontera con Bolivia- era muy tarde para pasar la frontera -que sólo está abierta de 7 a 7- por lo cual nos tocó pasar la Navidad en Puno.

Ahora bien, como despedida del “Valle Sagrado”, visitamos uno de los sitios que ofrecía el boleto que compramos en Cuzco, las ruinas de Pikillaqta (que significa ciudad de pulgas) ¡Impresionante! De acuerdo con el folleto informativo es una antigua ciudad de la cultura Wari -preinca-. Tiene unas calles anchas con muros a los lados que se asemejan a la muralla China, construcciones con muros hechos en mortero de barro hasta de 8 metros de altura y algunos pisos en yeso que después de 1700 años aún se conservan. El recorrido lo tuvimos que hacer solos pues no nos ofrecieron guía, no sé si por ser el día de navidad o por encontrarse retirado de un asentamiento urbano.

Después de esta visita el camino fue cuesta arriba, por suerte estaba despejado y pudimos ver unos hermosísimos picos nevados que nos recordaron el logo de Alpina.

Luego de parar a almorzar, el horizonte oscuro y el inicio de la lluvia nos preocupó un poco pues sabíamos que íbamos a estar cerca de los 4.000msnm y esto podía marcar una gran diferencia térmica durante el recorrido; afortunadamente duró poco y el cielo se despejó por completo. Ya en la pampa peruana aparecieron en la ruta unas rectas impresionantes donde se podía ir un poco más rápido pero siempre con la atención puesta en el camino pues de repente aparecían rebaños de alpacas o de ovejas guiados generalmente por niñas o niños, quienes nos saludaban tan sonrientes y emocionados que nos hicieron saltar el corazón de alegría.
 
Puno también está a orillas del lago Titicaca y la altura es la misma de Copacabana. Cuando llegamos empezamos a buscar hotel, pero el tráfico es desastroso, casi la mitad de las calles del centro estaban cerradas para un mercado temporal con motivo de la navidad y estaba imperando la ley del más fuerte, todo el mundo se mandaba como podía para llegar a su destino, y como dice el conocido refrán “a donde fueres haz lo que vieres” pues tocó atravesarnos, mandarnos en contravía, pitar, madrear y demás cosas que una persona decente no hace -jeje-.

Ya instalados en el hotel, salimos a buscar un restaurante o sitio de rumba donde pasar la navidad, encontramos donde comer pero cerraron a las 10:30, entonces nos fuimos al único bar que no cerró temprano, Kamizaraki (bienvenidos en la lengua de las personas de los Uros), un bar de Rock que era atendido por un extrovertido peruano, que anunciaba pitos y voladores a las doce de la noche y creo que hasta un taco de dinamita. El bar era un lugar muy al estilo de estos bares -jaja-: la mayoría de los asistentes eran extranjeros como nosotros que no querían pasar navidad solos y las paredes estaban decoradas con mensajes de espontáneos o de viajeros que dejaban su recuerdo, obviamente en la pared quedo gravado un letrero de moteros 5/3.

A las doce de la noche el brindis de rigor con tequila y cerveza, los regalitos correspondientes (eh!) y a dormir. 

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