Moteros 5/3: Inca
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sábado, 29 de junio de 2013

Día 28: Directo a… nuestra primera barada

03/enero/2013
Empezamos este día con el pie derecho, salimos temprano del hotel. La idea era terminar la jornada en Máncora por la tarde, pero antes queríamos hacer una parada que nos habían dicho no nos podíamos perder, algo solamente comparable con la tumba de Tutankamón.

Me refiero a al Museo Tumbas Reales del Señor de Sipan. Está ubicado en una ciudad pequeña cerca de Chiclayo llamada Lambayeque y desde que vimos la estructura externa del museo quedamos impresionados ni que decir de su interior, la verdad no hay palabras para describirlo, ojala hubiéramos podido sacar una foto (todos los bolsos y cámaras fotográficas y demás deben dejarse a la entrada en consigna).


El recorrido se realiza de arriba hacia debajo en forma similar al realizado por los investigadores durante la exploración,  allí se encuentran los tesoros culturales (trajes, estandartes en cobre sobre tela, piezas de joyería en oro, plata, turquesa y espondylus) encontrados en varias tumbas de la cultura Lambayeque, siendo las principales la tumba del señor de Sipán y del antiguo señor de Sipán que al ser halladas intactas permitieron conocer un entierro real de esta cultura preinca y en las que se encontraron más de 400 joyas finamente elaboradas –no por nada han sido consideradas la tumbas más ricas del nuevo mundo-. La de lujo que se daban estos personajes, tenían unas orejeras que envidiaría cualquier adolecente de esta generación, uno se sorprende que en esa época hicieran cosas tan maravillosas, al señor de Sipán lo enterraron con todas sus pertenencias y bastante acompañado pues alrededor de su ataúd se encontraron dos soldados, tres mujeres, un niño, un perro, una llama, adicionalmente custodiaba la tumba uno de sus guardianes al que le quitaban los pies -para que no se fuera de la tumba- en símbolo de una vigilancia perpetua.
El museo es de lo mejor que uno puede ver en Perú, realmente vale la pena visitarlo, después de esto salimos a buscar almuercito y a enfilar el timón hacia las playas de Máncora, aunque por delante teníamos unos trescientos kilómetros por delante, de los cuales fueron 130 de pura tormenta de arena y vientos fuertísimos, y a escasos 100km -aproximadamente- de nuestro destino, se presento nuestra primera varada de seriedad, menos mal fue en un pequeño pueblo y no en medio del desierto.


La cadena de la moto de Lucho se desencajo y al acelerar se rompió un pistón que va al embrague, rompiendo el empaque que evita que el aceite del motor se salga. Es decir, se rego como un cuarto de aceite y la moto quedo en medio de la vía y  ¡lo peor! Eran más de las seis de la tarde. Pero definitivamente los ángeles existen y a nosotros se nos aparecieron varios en el camino; mientras yo fui a buscar algún mecánico que nos pudiera ayudar, varias personas se acercaron a ofrecer su ayuda dándonos información sobre el sector, apoyándonos con sus conocimientos mecánicos y hasta el transporte de la moto a la ciudad más cercana. Le ayudaron a Lucho a destrabar la cadena y a llevar la moto hasta el taller del lugar… que obviamente no era el centro Suzuki, pero por fortuna el señor era de esos que desvaran hasta un trasbordador espacial entonces adapto otro pistón y remplazo el dañado, pero al arrancar la moto otra vez empezó a botar aceite, y ahí fue cuando él se dio cuenta que estaba roto el empaque, pero ya eran como las diez de la noche así que nos dijo que el empaque se podía conseguir al otro día en Sullana.


Los hijos del señor nos acompañaron hasta el único hotelito del pueblo y nos advirtieron que no saliéramos solos, pues había muchos atracadores que al vernos extranjeros nos podían robar pero mientras fuéramos con ellos no había problema ya que los conocían del lugar. El hotel que era
como una especie de motel muy barato, la señora muy amablemente nos guardo las motos en la sala de su casa, los cuartos la verdad no eran la mata de la limpieza y el baño no tenia puerta, pero menos mal tuvimos un lugar donde dormir.

En fin, fue un día bastante largo, yo por lo menos no pude dormir mucho gracias a la radionovela porno de los vecinos de alcoba. Ese día nos acostamos con hambre y sed pues por los consejos de nuestros auxiliadores y la hora ya no salimos del hotel.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Día 27: Directo a Trujillo


02/enero/2013
Ya recuperados de la rumba de fin de año y preparándonos para partir nos abordo un curioso personaje de cabeza rapada y barba de chivo quien en un español no muy bueno nos contó que el también era motero y señalo hacia su BMW 650. Era un Canadiense que estaba recorriendo desde Canadá hasta Argentina, estaba medio cojo pues se accidentó en Colombia, pero con todo y eso ahí estaba esperando la salida del Dakar, no podía creer que nosotros no fuéramos a estar para tan importante evento para todos los moteros, pero ni modos nuestras obligaciones laborales en Colombia no dan espera.

Partimos de lima rumbo a Trujillo, aproximadamente 600 km de recorrido, en el camino nos cruzamos como a 30 moteros que nos saludaban con cambio de luces y pito como diciendo ¡Hey! el Dakar es para el otro lado.

Rodamos muy duro con mucho viento, pero finalmente alcanzamos la meta apenas cuando la tarde moría. La plaza de armas de Trujillo, como siempre, hermosa además que estaba iluminada y adornada por varios arbolitos de navidad de diferentes estilos.

Cansados por el viaje comimos en el restaurante del hotel y a dormir pues al otro día nos esperaba otra etapa similar y adicionalmente queríamos visitar las tumbas reales de Sipan. 

Y mientras esperamos... algunas fotos de ruta de este día:



martes, 8 de enero de 2013

Día 19: Directo a conocer las islas de los Uros


25/Diciembre/2012
La trasnochada y los tequilas no nos permitieron levantarnos antes del medio día. A Lucho la altura le estaba dando duro pues desde que llegamos a Puno tenía dolor de cabeza y malestar general -no valió tomar mate de coca-. En fin, como desde el día anterior le habíamos manifestado al señor del hotel nuestra intención de ir a los Uros -que son unas islas flotantes en las que vive gente-, cuando bajamos a almorzar el señor nos dijo que ya había reservado el tour y que nos recogerían en el hotel a las tres de la tarde.

Luego de desayuno-almorzar en el único restaurante que abrió el 25 de diciembre -en el que por cierto nos toco esperar más de una hora pues estaba lleno- nos recogió en el hotel una “Van” para llevarnos al puerto; allí tomamos una lancha que tenía como guía a un Aymara (habitante de los uros).

Cuando llegamos a las islas nos recibieron los nativos muy amablemente, nos explicaron por que viven allí y como lo hacen. Según dicen, sus antepasados Aymara fueron invadidos por los incas y no les quedo más remedio que huir hacia el lago en embarcaciones de totora para poder sobrevivir; al principio habitaban en estos barcos y posteriormente construyeron las primeras islas artificiales; vivían de la pesca y comían la raíz de la totora, y aun lo siguen haciendo, solo que además también reciben ingresos del turismo y la venta de artesanías. Son un pueblo indígena pre-inca que aún conserva su lengua y gran parte de sus tradiciones.

Posteriormente, nos dividieron por grupos y cada grupo se fue con una familia para su casa, a nosotros nos recibió una viuda y su hija que fueron muy amables con nosotros, contestaron nuestras preguntas, se tomaron fotos y nos mostraron algunas artesanías. La verdad estas personas lo dejan a uno sin palabras pues viven de una manera muy sencilla, pero sus ojos y su forma de ser reflejan una paz interior que uno se pone a pensar si en realidad es necesario tener tantas cosas para ser feliz. La experiencia realmente vale la pena, es muy interesante ir, lamentablemente nos enteramos tarde que uno se podía hospedar allí por un precio barato por eso no lo hicimos -creíamos que el costo era bastante elevado, pero no- y nos hizo falta un poco más de tiempo para aclarar tantas dudas que nos surgieron sobre su forma de vida.

Después de esto llegamos al puerto con un frío ni el berraco, que le causó mucha gracia a una familia de finlandeses que iban con nosotros, pues ellos están acostumbrados a temperaturas de hasta 35° bajo cero y allí a lo sumo estaríamos a menos 2°.

Finalmente, a comer y luego al hotel. Lucho continuaba mal y ya estábamos preocupados pues no podía dormir y tenia escalofríos constantes además de que iba adquiriendo un color blanco-papel y esa noche no sería la excepción.   

jueves, 3 de enero de 2013

Día 17: Directo al turismo en Cuzco


23/Diciembre/2012
Este día la idea nuestra era sacarle el jugo a la boletica y visitar la mayor cantidad de sitios que pudiéramos; en la mañana visitamos dos ruinas, la impresionante fortaleza de Sacysahuaman que está ubicada cerca de Cuzco y Qenqo. En la primera nuestro guía Roberto de una manera bastante apasionada nos hizo un recorrido fabuloso por el recinto ceremonial, que incluye varias terrazas de piedra en forma de rayo y las ruinas de las torres del sol y la luna que fueron desmanteladas por los españoles para construir la catedral.

Se dice que este recinto que posteriormente sirvió como fortaleza en la lucha contra los españoles, fue edificado por Pachacutec (el nombre Pachacutec significa transformador) el mismo que construyó la mayoría de ruinas Incas que se pueden visitar hoy en día, este gran Inca fue un visionario que contribuyó bastante a la expansión del imperio. El guía también nos llevó a una parte de las ruinas que muy poca gente visita: unos toboganes naturales que son realmente divertidos y una cueva de unos 9 metros de largo en la que no se puede ver nada de nada y es un poco atemorizante, ambos lugares muy divertidos.

Por su parte, en Qenqo, cuyo nombre quechua significa laberinto, al no contar con  guía lo recorrimos rápidamente basándonos sólo en la información que contenía el folleto que nos habían entregado con el tiquete, sobre la importancia que se presume tuvo este lugar como altar Inca.

Después de la visita de ruinas nos fuimos a visitar museos al centro de Cuzco, el más interesante es el de la Casa de Garcilaso de la Vega alias el Inca -jaja- quien fué un escritor de madre inca y padre español quien tiene unos relatos sobre su cultura que dan una visión diferente a las crónicas de los españoles. También se puede visitar un pabellón dedicado a José Gabriel Tupac Amaru II el último señor Inca quien fue uno de los héroes-precursores de la independencia Americana, a quien el 28 de mayo de 1781 condenan a ver morir a su esposa e hijos, cortarle la lengua y posteriormente amarrarlo a caballos de sus extremidades hasta la muerte; sentencia que nos recordó la dictada en Colombia contra José Antonio Galán líder de la revolución comunera.

Después de la visita de museos un descansito corto en el hostal, recoger la ropita limpia y rumbo a una muestra de danzas típicas que incluye el boleto y a la que sólo se puede asistir a las siete de la noche, la verdad es algo que vale la pena ver, es un grupo de música en vivo que interpreta ritmos andinos mientras un grupo de bailarines y bailarinas  profesionales hacen una muestra de las diferentes danzas típicas de varias regiones del Perú.

A la salida del teatro nos cayó un aguacero, que parecía que la profecía de los Mayas se estaba cumpliendo y como pasa en todo lado siempre que llueve es imposible conseguir un taxi, así que tocó esperar un rato a que pasara el aguacero y cuando no llovía ya tan fuerte caminar hacia el hostal, pero como Ana seguía mal de los músculos de la piernas (siempre es bueno hacer alguito de ejercicio de joven jaja), casi no puede llegar al hostal.

Como Lucho nos estaba esperando en el hostal para cenar, ya que él no había ido pues las danzas no son su fuerte -él creía que lo iban a poner a bailar, jaja-, salimos los tres a comer alguito mientras Ana revolcaba el botiquín en busca de algo que le aliviara el dolor. Finalmente después de comer pasamos a una “Botica” a comprarle algún medicamento a Ana que cumpliera la función de relajarle el músculo, desinflamarlo y calmarle el dolor, pero cuando llegamos ya estaba dormida por lo que decidimos no despertarla y seguir su mismo ejemplo. 

lunes, 31 de diciembre de 2012

Día 15: Directo al encuentro con una de las Maravillas del Mundo: Machu Picchu

21/Diciembre/2012
Muy animados nos levantamos como a las cuatro de la mañana, salimos y todavía estaba muy oscuro, nos habían dicho que teníamos que estar media hora antes en la estación, y como por nada del mundo queríamos perder el tren, muy juiciocitos llegamos a tiempo. En la estación estaban vendiendo chocolate caliente con sanduchitos de pan con queso y como no habíamos desayunado, pues quién dijo miedo a comer se dijo. Lo que no calculamos es que el chocolate estaba literalmente hirviendo por lo que Ana, Beldys y yo quedamos con un lindo recuerdito en el paladar.
Llegamos antes de las siete a Aguas Calientes, con mucha pena, pues era el solsticio de verano y precisamente este día el sol entra a las seis de la mañana justo por una de las ventanas del templo del sol, pero ni modos, nos lo perdimos.

Nos dirigimos a la parada del autobús para subir a la entrada de la ciudadela (otro atraco 17 dólares ida y regreso) y a comprar los boletos de entrada que gracias al carnet de estudiante y a ser Colombianos nos salió mucho más barato, es lo único barato allí (porque esto si lo maneja el gobierno peruano y no un monopolio extranjero) diez minutos después estábamos allí, en el conjunto cerrado más exclusivo que jamás haya visto, los señores incas sí sabían cómo vivir.
Lo primero que he hecho las dos veces que he tenido la fortuna de estar allí, es imaginar cómo sería la vida en este sitio en tiempos del Inca, y siempre llego a la misma conclusión: ¡que bacano debió ser vivir en este sitio! por un costado la vista a una cadena de nevados y por el otro -en cambio también- el rio pasando a los pies de la montaña que  por lo pendiente de su cuesta da la impresión de que la ciudad estuviera volando. Contaba con lo último en tecnología de la época, como calendario, puntos de referencia que vendría siendo como el GPS, acueducto, observatorio, supermercado incorporado (solo era ir al huerto y recoger), jardines, templos a la vuelta de la esquina, un clima agradable -lo único malo es que por ser cabecera de selva llueve mucho-, en resumidas cuentas  “qué construcción tan volada”. La forma en que estos ingenieros y arquitectos no peleaban con el terreno sino que sencillamente se adaptaban a él, es algo que deberíamos aprender.

Después de pensar todo esto en mi cabeza, a lo que vinimos, a gorrear guía -jiji-, ya que no pagamos este servicio debido al dicho común de la tierrita “donde comen tres, comen cuatro”, pues donde escuchan seis, escuchan diez -jaja- y tan solo hay que hacerse el que está tomando fotos y ya. Así hicimos la primera parte del recorrido por la ciudadela. Como la primera vez que fui no pude subir a ninguna de las montañas cercanas a la ciudadela no podía dejar pasar esta oportunidad, así que después de aprovechar al máximo nuestra visita guiada, empezamos el ascenso a la montaña Machu Picchu de la cual se han tomado las fotos más conocidas de la ciudadela; la subida es brutal es como subir el edificio Colpatria unas tres veces, lo único es que se hace rodeado de bosque nativo y respirando aire puro, además con una vista inigualable, gracias a Dios el cielo estuvo despejado la mayor parte del tiempo -el camino me trajo recuerdos de mi niñez-.

Lucho se nos perdió en la ciudadela, Ana se quedó en la primera estación y dijo que continuaría a su paso, finalmente sólo quedamos mi esposa y yo, ascendimos a buen paso y gastamos poco menos de hora y media entre foticos, paradas de descanso y los ánimos que nos daban las personas que ya venían cuesta abajo. 

Al conquistar la cima, los que ya estaban allí nos saludaron calurosamente, a pesar de ser de múltiples lenguas y nacionalidades no se podía negar una sonrisa ni un saludo a nadie, todos estábamos en este sitio como hermanos y hermanas, como humanos que somos admirando las maravillas de la naturaleza, habíamos conquistado la montaña -siii- cada quién con una intención distinta e igualmente respetable: algunos esperando un cambio en el universo de acuerdo con la profecía Maya, otros una conexión directa con el Inca mediante el ritual de enterrar el cristal (se dice que al enterrar un trozo de cuarzo en la montaña y conservando una parte del mismo, se tendrá siempre una conexión con Machu Picchu, como dijimos nosotros al saberlo “wi fi directo”), otros -como nosotros- simplemente por disfrutar de un lugar tan mágico rodeado de historia oculta que ningún arqueólogo podrá saber a ciencia cierta -mejor así pues queda mucho para la imaginación-. Lo cierto es que al tocar con nuestros pies las mismas piedras que tocaron hace cientos de años los pies de nuestros ancestros sentimos su energía.

En la cima compartimos con algunos hermanos Peruanos, Argentinos, Japoneses -entre otros-, historias de vida, pensamientos, mientras esperábamos que la montaña abriera el telón para observar desde el pico ubicado a 3080 msnm la centenaria construcción, pero... esto nunca pasó. Llegó el medio día y el guarda parques nos dijo que teníamos que bajar pues no podía estar nadie después del medio día arriba; curioso personaje éste: un inca como muchos que se siente orgulloso de su raza, que entre otras cosas nos contó que la montaña cada año se cobra su tributo de sangre, pues cada año según él muere algún turista en dicho lugar por causa natural o por accidente –aunque las investigaciones arqueológicas no han encontrado indicios de que en Machu Picchu se realizaran ofrendas humanas sino sólo de animales como las llamas-.

Para nosotros no importó el hecho que la montaña hubiese estado nublada, simplemente fue disfrutar el camino, la naturaleza y la ofrenda de dar algo de cada uno de nosotros por conquistar la cima, esa fue nuestro tributo a la montaña. 

Al bajar, nos enteramos que Ana también hizo una ofrenda bastante grande, pues a pesar de su estado físico no renunció y casi logra la cima, aunque la bajada le pasaría factura más adelante.



Después del duro descenso hicimos, otro recorrido por la ciudadela -no todos los días se está en Machu Picchu-, eso sí nos llovió toda la tarde. Finalmente, ya a eso de las 4 de la tarde no encontramos a Lucho así que tomamos el autobús de regreso a Aguas Calientes, para almorzar  -como se ha vuelto costumbre- cerca de las cinco de la tarde y a buscar hospedaje, pues nuestro tren de regreso estaba programado para las cinco de la mañana del siguiente día.

El día terminó con un paseo por Aguas Calientes con el grupo reunido y una copa de vino en el hotel.

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