Esta vez sí tocó madrugar porque
teníamos que salir de Quito antes de las 7:00 am. y Felipe había quedado de
pasar a las 6:30. Con mucho esfuerzo estuvimos listos a la hora indicada para
empezar una nueva jornada, salimos justo a tiempo, de no ser por la ayuda de
nuestro amigo creo que no lo hubiéramos logrado.
Ya en las afueras de Quito, nos
dimos cuenta que Felipe es una persona de decisiones inesperadas, pues nos dijo
que seguiría con nosotros hasta Guayaquil. Nos pusimos en marcha a buen ritmo ya
que eran casi 500 kilómetros de recorrido, la segunda parada fue para desayunar
a eso de las 8:30 en un sector donde el calor ya se empezaba a sentir, la
comida al igual que en Colombia varía de acuerdo con el clima. De desayuno nos
ofrecieron un “almuerzo” con arroz, carne,
huevos y varias bebidas a muy buen precio como todo en Ecuador. Ya con
la pancita llena ¡¡¡a rodar!!!
Increíble, hicimos casi
quinientos kilómetros en poco más de medio día, paramos solo a estirar las
piernas y a comer mangos, déjenme decirles que son deliciosos y tienen hasta de
sabores jajaja, es muy curioso puesto que hay una variedad de mangos que saben
a papaya, además que las personas que nos los vendieron eran muy amables; que
linda gente tiene nuestro hermano país.
El almuerzo fue en Guayaquil en el
centro comercial Mall del Sol, después de dar algunos tumbos por la
ciudad, ya que nuestro guía al no ser oriundo de Guayaquil, estaba un poco
perdido jeje.
Después de esto conseguimos el
hotel, más bien regular, en un sector un poco feo y sin wi-fi por eso nos
retrasamos un poco en las entradas del blog, pero estaba cerca al malecón, que
es un lugar que vale la pena visitar.