20/Diciembre/2012
Salimos de Chalhuanca rumbo a Aguas
Calientes, que es la puerta de entrada a Machu Picchu. Nuestra idea era llegar a
Ollantaytambo dejar las muñecotas allí y luego tomar el último tren hacia Aguas
Calientes pues nos habían dicho que era el más barato de todos los que ofrecían
para turistas.
Después de pasar Abancay nos tocó
hacer unos arreglos de camino ya que la moto tenía un sonido muy extraño desde
hacía varios días. Finalmente luego de desbaratar algunas partes y descartar un
daño serio, pero sin encontrar el origen del ruido, continuamos y el sonido
disminuyó (esta etapa la llamo jugando al mecánico jeje).
Llegamos prácticamente hasta Cuzco
para tomar el desvío a Ollantaytambo y de camino aparecieron ante nosotros unos
bellísimos picos nevados de un blanco inmaculado, que no podíamos dejar de
fotografiar.
Lo único malo fue que al parar a tomar la foto me quité las gafas
de fórmula (que estaba usando ese día por descansar de los lentes de contacto)
y cuando reiniciamos el recorrido las olvidé encima del tanque de la moto, y ya
se imaginarán lo que encontré cuando me devolví a buscarlas unos cientos de
metros después.
Finalmente llegamos a Ollantaytambo,
conseguimos “cochera” para las motos y nos fuimos para la estación del tren,
que por cierto es un atraco directo al turista -y lo peor es que ni siquiera es
de peruanos la empresa-. Allí nos dijeron que ya no habían boletos para el último
tren, que la única opción era tomar el primero del siguiente día, a solo 84 devaluados
dólares por la ida y regreso, y pues ni modo tocó aceptar.
Cansados y con la idea de madrugar a tomar el tren rumbo a uno de nuestros principales objetivos, pegamos el ojito muy temprano.