Día 14: Directo a Ollantaytambo | Moteros 5/3

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Día 14: Directo a Ollantaytambo


20/Diciembre/2012
Salimos de Chalhuanca rumbo a Aguas Calientes, que es la puerta de entrada a Machu Picchu. Nuestra idea era llegar a Ollantaytambo dejar las muñecotas allí y luego tomar el último tren hacia Aguas Calientes pues nos habían dicho que era el más barato de todos los que ofrecían para turistas.


Salimos  como a las nueve de la mañana y el tramo entre Chalhuanca y Abancay me lo disfruté muchísimo  -me imaginaba corriendo una pista de Moto GP en un juego de video- el trazado era magnífico.  A un costado tenía las montañas y al otro el río  estaba lleno de curvas pero con un buen peralte y un radio de giro excelente, se podían tomar a 110 Km/h sin ningún inconveniente, y la vista era hermosa; nos rindió bastante en este tramo, ojalá todo el camino hubiera sido igual.

Después de pasar Abancay nos tocó hacer unos arreglos de camino ya que la moto tenía un sonido muy extraño desde hacía varios días. Finalmente luego de desbaratar algunas partes y descartar un daño serio, pero sin encontrar el origen del ruido, continuamos y el sonido disminuyó (esta etapa la llamo jugando al mecánico jeje).


Llegamos prácticamente hasta Cuzco para tomar el desvío a Ollantaytambo y de camino aparecieron ante nosotros unos bellísimos picos nevados de un blanco inmaculado, que no podíamos dejar de fotografiar.

Lo único malo fue que al parar a tomar la foto me quité las gafas de fórmula (que estaba usando ese día por descansar de los lentes de contacto) y cuando reiniciamos el recorrido las olvidé encima del tanque de la moto, y ya se imaginarán lo que encontré cuando me devolví a buscarlas unos cientos de metros después.


Finalmente llegamos a Ollantaytambo, conseguimos “cochera” para las motos y nos fuimos para la estación del tren, que por cierto es un atraco directo al turista -y lo peor es que ni siquiera es de peruanos la empresa-. Allí nos dijeron que ya no habían boletos para el último tren, que la única opción era tomar el primero del siguiente día, a solo 84 devaluados dólares por la ida y regreso, y pues ni modo tocó aceptar.

Con el rabo entre las patas volvimos al hostal donde habíamos dejado las motos. A Ana y a Lucho les tocó sacar sus dotes de “caquitos” para ingresar a la habitación pues no había llaves, entonces tocaba por una ventana. 

Cansados y con la idea de madrugar a tomar el tren rumbo a uno de nuestros principales objetivos, pegamos el ojito muy temprano.  

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