Debido a la celebración de
velitas la salida no fue tan mañanera, luego de tomar un delicioso y nutritivo
desayuno incluyendo costillitas y chorizos que habían quedado de la noche
anterior, tomamos rumbo hacia a la Ciudad Blanca, dónde llegamos a eso de las
once de la mañana. Allí las fotos de rigor y algo de merienda ya que nos habían
advertido que no paráramos en la ruta de Popayán a Pasto puesto que es una zona
de riesgo por el orden público.
Tomamos carretera a la 1pm. y
nuestra ¡Gran Panamericana!... Apareció. Hay razón que nuestros vecinos se
traten de apropiar de nuestro territorio, si la carretera que nos conecta directamente
con los otros países parece más bien una trocha en algunos tramos: por favor
señores gobernantes metámosle el hombro a las vías y mostremos otra cara de nuestro
país.
Finalmente, seguir el consejo -que nos dieron- de no parar fue imposible por dos razones una el impresionante paisaje de nuestras cordilleras y otra que Ana María en medio de una maniobra vertiginosa por capturar el mejor momento botó su cámara fotográfica y nos tocó parar a buscar las partes por todo el asfalto, logrando rescatarla casi intacta: la batería se perdió.
Finalmente, seguir el consejo -que nos dieron- de no parar fue imposible por dos razones una el impresionante paisaje de nuestras cordilleras y otra que Ana María en medio de una maniobra vertiginosa por capturar el mejor momento botó su cámara fotográfica y nos tocó parar a buscar las partes por todo el asfalto, logrando rescatarla casi intacta: la batería se perdió.
Y ya cuando estábamos culminando
la segunda etapa, apareció el ingenio de los últimos concesionarios de la vía, a
quienes parece no agradarles los
motociclistas, por esto diseñaron una trampa en lugar de un paso de peaje, y
nuestro compañero Lucho lamentablemente cayó en ella; por fortuna sin
consecuencias graves para él o Ana pero sí para su caballito de acero que sufrió
una dobladura en el freno de pie y una de sus maletas se quebró.
Ya en Pasto después de buscar
como por una hora y media encontramos un hotel, que es recomendable para los
viajeros de bajo presupuesto como nosotros se llama San Agustín y maneja
precios muy cómodos y es agradable y limpio –no tiene parqueadero pero existen varios
cercanos y… cuidado con las llaves de los lavamanos Ana partió una-.
Después de instalarnos en el
hotel, ¡a comer Cuy! –obviamente- era algo infaltable en nuestra visita a Pasto,
y la verdad estuvo muy bueno.
La entrada dos de este blog la
escribimos hasta hoy ya que cuando llegamos al hotel caímos como piedras.