16/Diciembre/2012
La idea de este día era salir
temprano para poder llegar a Lima a ver la final de fútbol Colombiano; entonces
el recorrido no tenía paradas programadas, aunque es inevitable detenerse a
estirar las piernas o los brazos para no estar todo el día en la misma posición,
el paisaje adivinen… ¿cual fue? Si. ¡muy bien!... desierto y vientos
huracanados a la orden del día.
El desayuno fue en el hotel;
bueno, menos el de Lucho que no toma nada pesado en la mañana para no
engordarse -jajaja-. Salimos de Chimbote acompañados de un delicioso hedor a
pescado salado e intenso que la verdad no sé cómo se lo aguantan las personas
que viven allá, por fortuna no es en toda la ciudad; pues el día anterior no lo
percibimos cuando llegamos.
Ya de camino, durante una parada
técnica de estiramiento y fotografías, nos alcanzó un personaje bastante
particular. Un japonés llamado Takahiro Sanui
quien llevaba diez años trabajando para una compañía y simplemente dijo
no más, armó maletas y arrancó su travesía. Lleva 11 meses viajando a lomo de
una Suzuki 400 tipo enduro, que pareciera como si se fuera a desbaratar, con
unas alforjas raídas por el uso, una cámara encima de su casco para registrar
sus aventuras y un espíritu libre como el mismo viento del desierto. Hmmm… ¿Y
nosotros nos hacemos llamar aventureros? Su viaje inició en San Francisco, EEUU y va a
terminar quién sabe cuándo, pues tiene planeado bajar hasta Argentina, enviar
desde allí su moto en avión a Europa para recorrerla toda y luego volver a casa.
Con Takahiro rodamos hasta Lima,
nos contó algunas historias compartiendo unos trozos de mango -cultivados en el
desierto- que compramos a la orilla de la ruta. Lo que me recuerda que durante
el camino vimos diversos cultivos en el desierto: caña, mangos, yuca, totora,
tomate, entre otros de clima cálido, que nos trajeron a la mente las palabras
de nuestra guía Maritza sobre el uso de sistemas de riego similares a los que
tenían las antiguas culturas peruanas. En fin, nuestro nuevo compañero, nos
acompañó hasta que conseguimos hostal y luego partió donde un amigo suyo quien
le tenía preparado hospedaje y lo ayudaría con la reparación de su motocicleta.
Así que desde aquí ¡un saludo y feliz viaje!
Ya en Lima, nuestro GPS otra vez
nos sacó de apuros (gracias a mi hermano por habérmelo prestado y también a mi
esposita que se ha convertido en una experta navegadora) la verdad ha sido
súper útil y ya no tenemos que parar a estar pidiendo indicaciones.
Este día fue de contrastes, primero
me pasó un incidente con la moto que me dejó con el ánimo por el suelo, pues se
me cayó de la manera más estúpida del mundo. Estando parqueado esperando para
ingresar al hostal, se me ocurrió la brillante idea de bajarme, pero como por
el lado izquierdo venían carros, traté de hacerlo por el otro lado (lado que no
tiene soporte de apoyo) y no sé cómo carajos se me enredó un pie e impulsé la
moto hacia el lado derecho y ¡¡¡splash!!! Al suelo, pero no sin antes golpear
contra la parte trasera de un carro y ante mis ojos atónitos se destruyó el
cortavientos (Cúpula, Visor, o Panorámico) inferior, por fortuna el superior no
se alcanzó a romper. Tocará mirar mañana cómo adaptarlo.
Después de esto, buscamos
almuerzo-cena y la forma de ver el partido de la final de fútbol colombiano.
Nos decidimos por un restaurante de la calle de las Pizzas, ubicada en el
parque Kennedy en Miraflores; seguimos probando la comida peruana: comimos causa
de pollo (puré de papa amarilla relleno de pollo), parihuela (un tipo de sopa
con mariscos) y anticuchos (pinchos de corazón de res); las niñas no tocaron
nada que tuviera pescado ni en el nombre, por aquello de los malestares
estomacales. Como toda la comida peruana, estuvieron buenísimos; aunque
concluimos que algunos no son para todos los gustos, como fue el caso de los
anticuchos. Y al cierre de la velada… llegó una inmensa alegría que borró
cualquier otra dificultad, ya que mi equipo del alma se coronó campeón después
de más de veinte años de sequía ¡Gracias muchachos por esa alegría! aunque me
dolió no haber estado en Bogotá para celebrar este triunfo, les comparto que
para mí fue toda una odisea encontrar wi-fi y ver el partido por internet, pero
finalmente se logró acompañar al azul en esta gran victoria.
El hostal estuvo bien por ubicación
y precio aunque era un dormitorio compartido. Debido a los arreglos que hay que
hacerle a la moto decidimos quedarnos un día más en Lima. Pero el día no podía
cerrarse sin una pequeña pero sentida celebración de la estrella 14, por lo que cerramos el día
tomándonos una cervecita en honor de Millonarios ¡Salud!