19/Diciembre/2012
Este día fue el más duro que
hemos vivido en todo el recorrido, nuestro objetivo era Chalhuanca o si
podíamos hasta Ambuqui, pero ya no iríamos por la costa sino que empezaríamos
el terreno de cordillera así que salimos temprano.
Saliendo de Nazca, entramos a la reserva
natural de la pampa, para la que de acuerdo con los toures que habíamos
averiguado el día anterior nos cobraban 90 dólares por llevarnos y no prometían
que se pudieran observar las vicuñas que son el principal atractivo de este
sitio, y ahí estábamos nosotros sin pagar un solo peso observando manadas y
manadas de hermosas vicuñas que nos observaban con algo de curiosidad desde
ambos costados de la vía.
Pero como después de los gozosos
vienen los dolorosos empezó la odisea, sabíamos que pasaríamos algo de montañas,
pero jamás nos imaginamos lo que nos esperaba. Poco después de tomarles fotos a
nuestras curiosas amigas -la vicuñas- empezó a llover, entonces paramos para
ponernos la ropa impermeable -sin prepararnos para el frio que empezaría-.
La pendiente del terreno se
incrementó y con ella las bajas temperaturas, la neblina se cerró hasta el
punto que no veíamos nada, y como ya era medio día paramos para tomar algo
caliente en un restaurante ubicado en medio de la nada con la única indicación
de tener una tractomula estacionada enfrente –buena señal-, menos mal paramos
allí pues, como nos informaron después, desde ese punto hasta nuestro destino
no se conseguía prácticamente nada.
Y como diría la canción “y llovía
y llovía” el ascenso siguió hasta cuatro mil setecientos metros y la nieve
apareció y con ella la carretera congelada, la vista maravillosa, pero este fue
el momento más crítico pues las llantas se movían, nuestras manos estaban
congeladas y el frio nos calaba los huesos y nada que empezábamos a bajar.
Menos mal unos minutos más tarde empezó el descenso, apareció un ratico el sol
y sentimos el pequeño cambio de temperatura, adicionalmente después apareció un
caserío y allí un pequeño restaurante donde pudimos calentarnos un poquito con
un mate de coca que nos devolvió el alma al cuerpo.
Reanudamos la marcha ya un
poquito más recuperados, igual la lluvia nos acompañó el resto del recorrido;
llegamos a Chalhuanca como a las cuatro de la tarde, mojados y con frio,
conseguimos hotel y menos mal tenía un balcón grande pues nos tocó poner a
secar toda la ropa impermeable. Después de instalarnos salimos a comer algo
calientico, como la especialidad de la casa era trucha pues a comer se dijo,
eso sí acompañada de un vinito local que nos sentó de maravilla.