Moteros 5/3

martes, 8 de enero de 2013

Día 19: Directo a conocer las islas de los Uros


25/Diciembre/2012
La trasnochada y los tequilas no nos permitieron levantarnos antes del medio día. A Lucho la altura le estaba dando duro pues desde que llegamos a Puno tenía dolor de cabeza y malestar general -no valió tomar mate de coca-. En fin, como desde el día anterior le habíamos manifestado al señor del hotel nuestra intención de ir a los Uros -que son unas islas flotantes en las que vive gente-, cuando bajamos a almorzar el señor nos dijo que ya había reservado el tour y que nos recogerían en el hotel a las tres de la tarde.

Luego de desayuno-almorzar en el único restaurante que abrió el 25 de diciembre -en el que por cierto nos toco esperar más de una hora pues estaba lleno- nos recogió en el hotel una “Van” para llevarnos al puerto; allí tomamos una lancha que tenía como guía a un Aymara (habitante de los uros).

Cuando llegamos a las islas nos recibieron los nativos muy amablemente, nos explicaron por que viven allí y como lo hacen. Según dicen, sus antepasados Aymara fueron invadidos por los incas y no les quedo más remedio que huir hacia el lago en embarcaciones de totora para poder sobrevivir; al principio habitaban en estos barcos y posteriormente construyeron las primeras islas artificiales; vivían de la pesca y comían la raíz de la totora, y aun lo siguen haciendo, solo que además también reciben ingresos del turismo y la venta de artesanías. Son un pueblo indígena pre-inca que aún conserva su lengua y gran parte de sus tradiciones.

Posteriormente, nos dividieron por grupos y cada grupo se fue con una familia para su casa, a nosotros nos recibió una viuda y su hija que fueron muy amables con nosotros, contestaron nuestras preguntas, se tomaron fotos y nos mostraron algunas artesanías. La verdad estas personas lo dejan a uno sin palabras pues viven de una manera muy sencilla, pero sus ojos y su forma de ser reflejan una paz interior que uno se pone a pensar si en realidad es necesario tener tantas cosas para ser feliz. La experiencia realmente vale la pena, es muy interesante ir, lamentablemente nos enteramos tarde que uno se podía hospedar allí por un precio barato por eso no lo hicimos -creíamos que el costo era bastante elevado, pero no- y nos hizo falta un poco más de tiempo para aclarar tantas dudas que nos surgieron sobre su forma de vida.

Después de esto llegamos al puerto con un frío ni el berraco, que le causó mucha gracia a una familia de finlandeses que iban con nosotros, pues ellos están acostumbrados a temperaturas de hasta 35° bajo cero y allí a lo sumo estaríamos a menos 2°.

Finalmente, a comer y luego al hotel. Lucho continuaba mal y ya estábamos preocupados pues no podía dormir y tenia escalofríos constantes además de que iba adquiriendo un color blanco-papel y esa noche no sería la excepción.   

Día 18: Directo al lago más alto del mundo: Titicaca


24/Diciembre/2012
Salimos de mañana rumbo a Copacabana  que es un Pueblo Boliviano ubicado a orillas del lago Titicaca a 3850 metros sobre el nivel del mar, nuestra idea era recibir al niño dios en Bolivia, pero cuando llegamos a Puno –última ciudad peruana cercana a la frontera con Bolivia- era muy tarde para pasar la frontera -que sólo está abierta de 7 a 7- por lo cual nos tocó pasar la Navidad en Puno.

Ahora bien, como despedida del “Valle Sagrado”, visitamos uno de los sitios que ofrecía el boleto que compramos en Cuzco, las ruinas de Pikillaqta (que significa ciudad de pulgas) ¡Impresionante! De acuerdo con el folleto informativo es una antigua ciudad de la cultura Wari -preinca-. Tiene unas calles anchas con muros a los lados que se asemejan a la muralla China, construcciones con muros hechos en mortero de barro hasta de 8 metros de altura y algunos pisos en yeso que después de 1700 años aún se conservan. El recorrido lo tuvimos que hacer solos pues no nos ofrecieron guía, no sé si por ser el día de navidad o por encontrarse retirado de un asentamiento urbano.

Después de esta visita el camino fue cuesta arriba, por suerte estaba despejado y pudimos ver unos hermosísimos picos nevados que nos recordaron el logo de Alpina.

Luego de parar a almorzar, el horizonte oscuro y el inicio de la lluvia nos preocupó un poco pues sabíamos que íbamos a estar cerca de los 4.000msnm y esto podía marcar una gran diferencia térmica durante el recorrido; afortunadamente duró poco y el cielo se despejó por completo. Ya en la pampa peruana aparecieron en la ruta unas rectas impresionantes donde se podía ir un poco más rápido pero siempre con la atención puesta en el camino pues de repente aparecían rebaños de alpacas o de ovejas guiados generalmente por niñas o niños, quienes nos saludaban tan sonrientes y emocionados que nos hicieron saltar el corazón de alegría.
 
Puno también está a orillas del lago Titicaca y la altura es la misma de Copacabana. Cuando llegamos empezamos a buscar hotel, pero el tráfico es desastroso, casi la mitad de las calles del centro estaban cerradas para un mercado temporal con motivo de la navidad y estaba imperando la ley del más fuerte, todo el mundo se mandaba como podía para llegar a su destino, y como dice el conocido refrán “a donde fueres haz lo que vieres” pues tocó atravesarnos, mandarnos en contravía, pitar, madrear y demás cosas que una persona decente no hace -jeje-.

Ya instalados en el hotel, salimos a buscar un restaurante o sitio de rumba donde pasar la navidad, encontramos donde comer pero cerraron a las 10:30, entonces nos fuimos al único bar que no cerró temprano, Kamizaraki (bienvenidos en la lengua de las personas de los Uros), un bar de Rock que era atendido por un extrovertido peruano, que anunciaba pitos y voladores a las doce de la noche y creo que hasta un taco de dinamita. El bar era un lugar muy al estilo de estos bares -jaja-: la mayoría de los asistentes eran extranjeros como nosotros que no querían pasar navidad solos y las paredes estaban decoradas con mensajes de espontáneos o de viajeros que dejaban su recuerdo, obviamente en la pared quedo gravado un letrero de moteros 5/3.

A las doce de la noche el brindis de rigor con tequila y cerveza, los regalitos correspondientes (eh!) y a dormir. 

jueves, 3 de enero de 2013

Día 17: Directo al turismo en Cuzco


23/Diciembre/2012
Este día la idea nuestra era sacarle el jugo a la boletica y visitar la mayor cantidad de sitios que pudiéramos; en la mañana visitamos dos ruinas, la impresionante fortaleza de Sacysahuaman que está ubicada cerca de Cuzco y Qenqo. En la primera nuestro guía Roberto de una manera bastante apasionada nos hizo un recorrido fabuloso por el recinto ceremonial, que incluye varias terrazas de piedra en forma de rayo y las ruinas de las torres del sol y la luna que fueron desmanteladas por los españoles para construir la catedral.

Se dice que este recinto que posteriormente sirvió como fortaleza en la lucha contra los españoles, fue edificado por Pachacutec (el nombre Pachacutec significa transformador) el mismo que construyó la mayoría de ruinas Incas que se pueden visitar hoy en día, este gran Inca fue un visionario que contribuyó bastante a la expansión del imperio. El guía también nos llevó a una parte de las ruinas que muy poca gente visita: unos toboganes naturales que son realmente divertidos y una cueva de unos 9 metros de largo en la que no se puede ver nada de nada y es un poco atemorizante, ambos lugares muy divertidos.

Por su parte, en Qenqo, cuyo nombre quechua significa laberinto, al no contar con  guía lo recorrimos rápidamente basándonos sólo en la información que contenía el folleto que nos habían entregado con el tiquete, sobre la importancia que se presume tuvo este lugar como altar Inca.

Después de la visita de ruinas nos fuimos a visitar museos al centro de Cuzco, el más interesante es el de la Casa de Garcilaso de la Vega alias el Inca -jaja- quien fué un escritor de madre inca y padre español quien tiene unos relatos sobre su cultura que dan una visión diferente a las crónicas de los españoles. También se puede visitar un pabellón dedicado a José Gabriel Tupac Amaru II el último señor Inca quien fue uno de los héroes-precursores de la independencia Americana, a quien el 28 de mayo de 1781 condenan a ver morir a su esposa e hijos, cortarle la lengua y posteriormente amarrarlo a caballos de sus extremidades hasta la muerte; sentencia que nos recordó la dictada en Colombia contra José Antonio Galán líder de la revolución comunera.

Después de la visita de museos un descansito corto en el hostal, recoger la ropita limpia y rumbo a una muestra de danzas típicas que incluye el boleto y a la que sólo se puede asistir a las siete de la noche, la verdad es algo que vale la pena ver, es un grupo de música en vivo que interpreta ritmos andinos mientras un grupo de bailarines y bailarinas  profesionales hacen una muestra de las diferentes danzas típicas de varias regiones del Perú.

A la salida del teatro nos cayó un aguacero, que parecía que la profecía de los Mayas se estaba cumpliendo y como pasa en todo lado siempre que llueve es imposible conseguir un taxi, así que tocó esperar un rato a que pasara el aguacero y cuando no llovía ya tan fuerte caminar hacia el hostal, pero como Ana seguía mal de los músculos de la piernas (siempre es bueno hacer alguito de ejercicio de joven jaja), casi no puede llegar al hostal.

Como Lucho nos estaba esperando en el hostal para cenar, ya que él no había ido pues las danzas no son su fuerte -él creía que lo iban a poner a bailar, jaja-, salimos los tres a comer alguito mientras Ana revolcaba el botiquín en busca de algo que le aliviara el dolor. Finalmente después de comer pasamos a una “Botica” a comprarle algún medicamento a Ana que cumpliera la función de relajarle el músculo, desinflamarlo y calmarle el dolor, pero cuando llegamos ya estaba dormida por lo que decidimos no despertarla y seguir su mismo ejemplo. 

miércoles, 2 de enero de 2013

Día 16: Directo a recorrer el Valle Sagrado Inca


22/Diciembre/2012
Madrugamos para tomar el primer tren de regreso a Ollantaytambo, nuestro plan era recorrer ese día algunas de las ruinas ubicadas en el llamado “valle sagrado de los incas”. Durante el viaje en el tren le ofrecen a uno un pequeño refrigerio consistente en un café o mate, una bolsita con tajaditas o maní y algún dulce (eso lo hacen para justificar los 84 dólares), hasta ahí normal, en el viaje de ida nos atendió una azafata muy diligente nos preguntó si preferíamos mate o café y a los dos minutos había servido a todo el vagón lo que le habían pedido. Lo que no ocurrió con el auxiliar de este día, quien después de preguntar y escribir lo que cada uno quería volvió a los cinco minutos con un café y volvió a preguntar qué quería el resto, tras esto, llegó a los cinco minutos con algo que nadie le había pedido y entonces vuelve a preguntar, hasta ahí estaba hasta divertida la cuestión pero volvió otra vez con algo totalmente distinto, hasta que finalmente después de preguntar como seis veces trajo lo que se le dió la gana y terminamos tomando mate de manzanilla en lugar del mate de coca que queríamos; pero en fin, después de ver la incompetencia del señor ¿Que más se podía hacer? aceptar lo que nos había dado y ya –capaz y llegábamos a Ollantaytambo y continuaba trayéndonos manzanilla en lugar del mate de coca-.

Al llegar a Ollantaytambo nos empacamos como pudimos los cuatro en un moto taxi y rumbo a la “fortaleza” que queda ahí mismo en el pueblo.

Al llegar a la entrada nos tocó comprar un boleto de las dos opciones que ofrecen. Una que incluye cuatro sitios que uno escoja y cuesta 70 soles u otra que incluye dieciséis sitios y cuesta 130 soles lo malo es que no todos los sitios valen la pena, pero si hay más de cuatro que paga visitar así que compramos la boleta de dieciséis lugares y a tarifa plena pues acá no le hacen a uno descuento por ser de la comunidad andina y el carnet internacional de estudiante solo es válido para menores de veinticinco años.

La mal llamada fortaleza es una impresionante construcción que incluye terrazas de cultivo, templos,  depósitos de suministros y el parte del antiguo diseño de casas, calles y canales de agua, que hace parte del poblado actual, es muy interesante ya que allí se pueden apreciar varios tipos de trabajo de la piedra y además algo del estilo de construcción de Tiahuanaco que -de acuerdo con nuestra guía Berta- era superior al de los incas y cuando estos los conquistaron adoptaron sus formas de trabajar la piedra y las pusieron en práctica en el templo del sol de este lugar. Además como no se trata de una obra acabada -presuntamente por la llegada de los españoles-, en este sitio quedaron muchas evidencias de cómo los antiguos constructores realizaban el trabajo.

El recorrido duró aproximadamente una hora en compañía de la guía que pagamos -en esta no pudimos hacer lo mismo que en Machu Picchu pues no había nadie todavía- y luego otra media hora que hicimos nosotros solos. Aquí Ana empezó a ver las consecuencias de la subida a la montaña del día anterior, pues casi no podía subir y mucho menos bajar las escaleras de la ciudadela, que eran bastantes.

Luego de esto nos fuimos a recoger las motos y rumbo a Cuzco con escala en Moray, otro vestigio de la civilización Inca que de acuerdo con los estudios realizados era un centro de investigación agrícola muy avanzado para la época, que servía para la adaptación y mejora de semillas en diferentes pisos térmicos, aunque cuando uno lo ve por primera vez parece más bien un sitio de reunión para ocasiones especiales, pues por su forma circular y escalones pareciera más un estadio -jaja-.


La moto continuaba con el ruidito raro y  yo no sabía qué hacer por lo que opté por lubricarle la cadena y subirle la suspensión trasera y adivinen que… ¡¡¡funcionó!!! Mientras yo andaba en estos arreglos Lucho se consiguió dos admiradoras muy encantadoras quienes le arrancaron una sonrisa y  le robaron el corazón lo cual obviamente quedó registrado en una fotografía -jeje-.

Ya en Cuzco encontramos un hostal bastante cerca de la plaza de armas a muy buen precio se llama La Posada del Viajero y está bastante bien -no es de los mejores que nos han tocado pero aguanta- y ya instalados a buscar comidita y lavandería pues ya estábamos reciclando ropa de acuerdo a una prueba de olorímetro -la que mejor oliera se podía usar una vez más, jaja-. Con la pancita llena y con la promesa de ropa limpia al siguiente día, solo restaba un pisco sour y a dormir.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Día 15: Directo al encuentro con una de las Maravillas del Mundo: Machu Picchu

21/Diciembre/2012
Muy animados nos levantamos como a las cuatro de la mañana, salimos y todavía estaba muy oscuro, nos habían dicho que teníamos que estar media hora antes en la estación, y como por nada del mundo queríamos perder el tren, muy juiciocitos llegamos a tiempo. En la estación estaban vendiendo chocolate caliente con sanduchitos de pan con queso y como no habíamos desayunado, pues quién dijo miedo a comer se dijo. Lo que no calculamos es que el chocolate estaba literalmente hirviendo por lo que Ana, Beldys y yo quedamos con un lindo recuerdito en el paladar.
Llegamos antes de las siete a Aguas Calientes, con mucha pena, pues era el solsticio de verano y precisamente este día el sol entra a las seis de la mañana justo por una de las ventanas del templo del sol, pero ni modos, nos lo perdimos.

Nos dirigimos a la parada del autobús para subir a la entrada de la ciudadela (otro atraco 17 dólares ida y regreso) y a comprar los boletos de entrada que gracias al carnet de estudiante y a ser Colombianos nos salió mucho más barato, es lo único barato allí (porque esto si lo maneja el gobierno peruano y no un monopolio extranjero) diez minutos después estábamos allí, en el conjunto cerrado más exclusivo que jamás haya visto, los señores incas sí sabían cómo vivir.
Lo primero que he hecho las dos veces que he tenido la fortuna de estar allí, es imaginar cómo sería la vida en este sitio en tiempos del Inca, y siempre llego a la misma conclusión: ¡que bacano debió ser vivir en este sitio! por un costado la vista a una cadena de nevados y por el otro -en cambio también- el rio pasando a los pies de la montaña que  por lo pendiente de su cuesta da la impresión de que la ciudad estuviera volando. Contaba con lo último en tecnología de la época, como calendario, puntos de referencia que vendría siendo como el GPS, acueducto, observatorio, supermercado incorporado (solo era ir al huerto y recoger), jardines, templos a la vuelta de la esquina, un clima agradable -lo único malo es que por ser cabecera de selva llueve mucho-, en resumidas cuentas  “qué construcción tan volada”. La forma en que estos ingenieros y arquitectos no peleaban con el terreno sino que sencillamente se adaptaban a él, es algo que deberíamos aprender.

Después de pensar todo esto en mi cabeza, a lo que vinimos, a gorrear guía -jiji-, ya que no pagamos este servicio debido al dicho común de la tierrita “donde comen tres, comen cuatro”, pues donde escuchan seis, escuchan diez -jaja- y tan solo hay que hacerse el que está tomando fotos y ya. Así hicimos la primera parte del recorrido por la ciudadela. Como la primera vez que fui no pude subir a ninguna de las montañas cercanas a la ciudadela no podía dejar pasar esta oportunidad, así que después de aprovechar al máximo nuestra visita guiada, empezamos el ascenso a la montaña Machu Picchu de la cual se han tomado las fotos más conocidas de la ciudadela; la subida es brutal es como subir el edificio Colpatria unas tres veces, lo único es que se hace rodeado de bosque nativo y respirando aire puro, además con una vista inigualable, gracias a Dios el cielo estuvo despejado la mayor parte del tiempo -el camino me trajo recuerdos de mi niñez-.

Lucho se nos perdió en la ciudadela, Ana se quedó en la primera estación y dijo que continuaría a su paso, finalmente sólo quedamos mi esposa y yo, ascendimos a buen paso y gastamos poco menos de hora y media entre foticos, paradas de descanso y los ánimos que nos daban las personas que ya venían cuesta abajo. 

Al conquistar la cima, los que ya estaban allí nos saludaron calurosamente, a pesar de ser de múltiples lenguas y nacionalidades no se podía negar una sonrisa ni un saludo a nadie, todos estábamos en este sitio como hermanos y hermanas, como humanos que somos admirando las maravillas de la naturaleza, habíamos conquistado la montaña -siii- cada quién con una intención distinta e igualmente respetable: algunos esperando un cambio en el universo de acuerdo con la profecía Maya, otros una conexión directa con el Inca mediante el ritual de enterrar el cristal (se dice que al enterrar un trozo de cuarzo en la montaña y conservando una parte del mismo, se tendrá siempre una conexión con Machu Picchu, como dijimos nosotros al saberlo “wi fi directo”), otros -como nosotros- simplemente por disfrutar de un lugar tan mágico rodeado de historia oculta que ningún arqueólogo podrá saber a ciencia cierta -mejor así pues queda mucho para la imaginación-. Lo cierto es que al tocar con nuestros pies las mismas piedras que tocaron hace cientos de años los pies de nuestros ancestros sentimos su energía.

En la cima compartimos con algunos hermanos Peruanos, Argentinos, Japoneses -entre otros-, historias de vida, pensamientos, mientras esperábamos que la montaña abriera el telón para observar desde el pico ubicado a 3080 msnm la centenaria construcción, pero... esto nunca pasó. Llegó el medio día y el guarda parques nos dijo que teníamos que bajar pues no podía estar nadie después del medio día arriba; curioso personaje éste: un inca como muchos que se siente orgulloso de su raza, que entre otras cosas nos contó que la montaña cada año se cobra su tributo de sangre, pues cada año según él muere algún turista en dicho lugar por causa natural o por accidente –aunque las investigaciones arqueológicas no han encontrado indicios de que en Machu Picchu se realizaran ofrendas humanas sino sólo de animales como las llamas-.

Para nosotros no importó el hecho que la montaña hubiese estado nublada, simplemente fue disfrutar el camino, la naturaleza y la ofrenda de dar algo de cada uno de nosotros por conquistar la cima, esa fue nuestro tributo a la montaña. 

Al bajar, nos enteramos que Ana también hizo una ofrenda bastante grande, pues a pesar de su estado físico no renunció y casi logra la cima, aunque la bajada le pasaría factura más adelante.



Después del duro descenso hicimos, otro recorrido por la ciudadela -no todos los días se está en Machu Picchu-, eso sí nos llovió toda la tarde. Finalmente, ya a eso de las 4 de la tarde no encontramos a Lucho así que tomamos el autobús de regreso a Aguas Calientes, para almorzar  -como se ha vuelto costumbre- cerca de las cinco de la tarde y a buscar hospedaje, pues nuestro tren de regreso estaba programado para las cinco de la mañana del siguiente día.

El día terminó con un paseo por Aguas Calientes con el grupo reunido y una copa de vino en el hotel.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Día 14: Directo a Ollantaytambo


20/Diciembre/2012
Salimos de Chalhuanca rumbo a Aguas Calientes, que es la puerta de entrada a Machu Picchu. Nuestra idea era llegar a Ollantaytambo dejar las muñecotas allí y luego tomar el último tren hacia Aguas Calientes pues nos habían dicho que era el más barato de todos los que ofrecían para turistas.


Salimos  como a las nueve de la mañana y el tramo entre Chalhuanca y Abancay me lo disfruté muchísimo  -me imaginaba corriendo una pista de Moto GP en un juego de video- el trazado era magnífico.  A un costado tenía las montañas y al otro el río  estaba lleno de curvas pero con un buen peralte y un radio de giro excelente, se podían tomar a 110 Km/h sin ningún inconveniente, y la vista era hermosa; nos rindió bastante en este tramo, ojalá todo el camino hubiera sido igual.

Después de pasar Abancay nos tocó hacer unos arreglos de camino ya que la moto tenía un sonido muy extraño desde hacía varios días. Finalmente luego de desbaratar algunas partes y descartar un daño serio, pero sin encontrar el origen del ruido, continuamos y el sonido disminuyó (esta etapa la llamo jugando al mecánico jeje).


Llegamos prácticamente hasta Cuzco para tomar el desvío a Ollantaytambo y de camino aparecieron ante nosotros unos bellísimos picos nevados de un blanco inmaculado, que no podíamos dejar de fotografiar.

Lo único malo fue que al parar a tomar la foto me quité las gafas de fórmula (que estaba usando ese día por descansar de los lentes de contacto) y cuando reiniciamos el recorrido las olvidé encima del tanque de la moto, y ya se imaginarán lo que encontré cuando me devolví a buscarlas unos cientos de metros después.


Finalmente llegamos a Ollantaytambo, conseguimos “cochera” para las motos y nos fuimos para la estación del tren, que por cierto es un atraco directo al turista -y lo peor es que ni siquiera es de peruanos la empresa-. Allí nos dijeron que ya no habían boletos para el último tren, que la única opción era tomar el primero del siguiente día, a solo 84 devaluados dólares por la ida y regreso, y pues ni modo tocó aceptar.

Con el rabo entre las patas volvimos al hostal donde habíamos dejado las motos. A Ana y a Lucho les tocó sacar sus dotes de “caquitos” para ingresar a la habitación pues no había llaves, entonces tocaba por una ventana. 

Cansados y con la idea de madrugar a tomar el tren rumbo a uno de nuestros principales objetivos, pegamos el ojito muy temprano.  

Día 13: Directo a Chalhuanca y al cambio de clima


19/Diciembre/2012
Este día fue el más duro que hemos vivido en todo el recorrido, nuestro objetivo era Chalhuanca o si podíamos hasta Ambuqui, pero ya no iríamos por la costa sino que empezaríamos el terreno de cordillera así que salimos temprano. 


Saliendo de Nazca, entramos a la reserva natural de la pampa, para la que de acuerdo con los toures que habíamos averiguado el día anterior nos cobraban 90 dólares por llevarnos y no prometían que se pudieran observar las vicuñas que son el principal atractivo de este sitio, y ahí estábamos nosotros sin pagar un solo peso observando manadas y manadas de hermosas vicuñas que nos observaban con algo de curiosidad desde ambos costados de la vía.


Pero como después de los gozosos vienen los dolorosos empezó la odisea, sabíamos que pasaríamos algo de montañas, pero jamás nos imaginamos lo que nos esperaba. Poco después de tomarles fotos a nuestras curiosas amigas -la vicuñas- empezó a llover, entonces paramos para ponernos la ropa impermeable -sin prepararnos para el frio que empezaría-.

La pendiente del terreno se incrementó y con ella las bajas temperaturas, la neblina se cerró hasta el punto que no veíamos nada, y como ya era medio día paramos para tomar algo caliente en un restaurante ubicado en medio de la nada con la única indicación de tener una tractomula estacionada enfrente –buena señal-, menos mal paramos allí pues, como nos informaron después, desde ese punto hasta nuestro destino no se conseguía prácticamente nada.


Y como diría la canción “y llovía y llovía” el ascenso siguió hasta cuatro mil setecientos metros y la nieve apareció y con ella la carretera congelada, la vista maravillosa, pero este fue el momento más crítico pues las llantas se movían, nuestras manos estaban congeladas y el frio nos calaba los huesos y nada que empezábamos a bajar. Menos mal unos minutos más tarde empezó el descenso, apareció un ratico el sol y sentimos el pequeño cambio de temperatura, adicionalmente después apareció un caserío y allí un pequeño restaurante donde pudimos calentarnos un poquito con un mate de coca que nos devolvió el alma al cuerpo.

Reanudamos la marcha ya un poquito más recuperados, igual la lluvia nos acompañó el resto del recorrido; llegamos a Chalhuanca como a las cuatro de la tarde, mojados y con frio, conseguimos hotel y menos mal tenía un balcón grande pues nos tocó poner a secar toda la ropa impermeable. Después de instalarnos salimos a comer algo calientico, como la especialidad de la casa era trucha pues a comer se dijo, eso sí acompañada de un vinito local que nos sentó de maravilla.

Como bonus track, les contamos que a pesar de hablar el mismo idioma que en Perú, en algunos momentos nos ha costado entendernos ya que cuando preguntamos hostal con parqueadero, nadie nos entiende aquí le llaman cochera, otros ejemplos son: a las bombas o gasolineras les dicen grifo, y a las vías pavimentadas pista.

Te gusto el Blog. Compártelo con tus amig@s: